¿Quieres saber cuándo publico algo? Envíame un correo a lasallistaamigoniano@yahoo.com y te llegará una notificación ---

lunes, 19 de septiembre de 2011

Tercer día: La "mancha" roja

18 de agosto


Unas pequeñas gotas de agua cayeron en mi cabeza. Varios voluntarios llegaron a donde estábamos durmiendo advirtiendo que era mejor recoger todo lo que teníamos en el piso para llevarnos a un lugar bajo techo. Dejó de llover y volvimos a poner nuestros sleepings donde estaban. Pero cayeron más gotas, esta vez más fuertes. Ahí sí, toco irnos. Recuerden que desde el primer día estábamos durmiendo a cielo abierto.

Casi toda la delegación de la Arquidiócesis de Bogotá había sido acomodada en ese albergue. Más de 500. Pero a varios no les gustó el hecho de no dormir en camas ni en la incomodidad del suelo, ni bañarse en agua fría ni las multitudes con el pretexto de que era inseguro el lugar. Ni idea a donde se irían, supongo que a hoteles. Entonces quedaron varios espacios en el patio techado, por lo que no fue difícil reacomodarnos. En fin, volvamos a dormir...

La luz llegó a eso de las 7:30 AM. EL baño, el desayuno, el Cola-Cao. Todo igual. Esa mañana nos dieron algo que faltaba en las mochilas que nos dieron el 15: un rosario y un crucifijo. Este último venía en una caja que cualquiera pensaría es una caja de pastillas (era intencional). Venía una cuerda café, la cruz con el enunciado "JMJ 2011 MADRID" al respaldo y un prospecto, es decir, un par de "indicaciones médicas" sobre cómo usar el crucifijo.

No más fue echar un vistazo al lugar donde estábamos durmiendo hasta la noche anterior. Era un desastre. Lo cual causó una reunión general del grupo con visita especial del líder general de la delegación de la Arquidiócesis de Bogotá, el padre Carlos Iván Urrea. Nos destacó como buen grupo, pero nos hizo hincapié en tres palabras clave para que no las perdiéramos de vista: "Disciplina", "Constancia" y "Método". Claramente no era un halago. A los dos minutos el rincón estaba perfectamente limpio.

Ese día no tendríamos una catequesis como la del día anterior. El padre quería hacer "su" catequesis con el grupo. En parte no me gustó la decisión porque el espacio donde podía relacionarme y conocer más de las experiencias de los peregrinos de todo el mundo era precisamente en las catequesis. Nos dividimos en dos grupos: mayores y menores de edad. Los mayores nos fuimos hacia El Retiro, a la carpa del Santísimo. Allí nos esperaba una sorpresa (por lo menos para mí): la Cruz de los Jóvenes. Aquella con la que empezaron las JMJ's, la que nos regaló Juan Pablo II. 

No sabía si iba a tener otra oportunidad de tenerla tan cerca en esta JMJ. No lo pensé dos veces. La toqué. Y la besé. Fue una gran experiencia espiritual. Me llené de paz.

El grupo de menores nos esperaba en otro sector del parque. Una niña se había "perdido" en el metro con una de las líderes encargadas. Extrañamente habían dejado sus maletas. El padre quiso aprovechar el momento para hacer una evaluación del grupo. Habían muchas tensiones y malentendidos. La idea era meditar y reflexionar sobre lo que habíamos hecho hasta ahora para luego llegar a un momento de perdón entre nosotros. Luego llegó la "niña perdida". Todo había sido perfectamente planeado (je!)

Era necesario el descanso. Para el resto del día necesitábamos mucha paciencia. El Papa llegaba en esos instantes a Madrid y debíamos ubicarnos en un buen lugar para ver su recibimiento. Nos detuvimos en la Fuente de Neptuno. No había mucha sombra. Seguimos caminando.


Tras almorzar, el camino nos llevaba de nuevo al Retiro. Pero a la esquina opuesta de donde habíamos hecho la catequesis de la mañana. Llegamos al frente de la Puerta de Alcalá, lugar donde Benedicto XVI debía llegar horas después en su Papamovil, bajarse, cruzar la puerta con 50 jóvenes peregrinos de distintas partes del mundo, y seguir en su recorrido hacia Cibeles, lugar donde haría su discurso de llegada ante los jóvenes. Ya los alrededores de la Puerta estaban llenos de gente. Pero la parte del parque con visión hacia Alcalá estaba medio vacía. Así que entramos. Y así era nuestra visión del lugar mientras esperamos unas 3 horas o más a la llegada del Papa.



Las horas pasaban. El calor aumentaba y llegaba cada vez más gente. A cuanto se subiera a la reja que nos limitaba la vista de la plaza le gritábamos "¡Que se baje!, ¡Que se baje!" Pero solía pasar que el susodicho no hacía caso por no saber español. Así que tocaba gritar "Get down! Get down!"


Finalmente llegó. Las pantallas mostraban el paso de Benedicto por cada lugar, mientras los peregrinos alrededor de las calles podían verlo durante segundos. Los que estábamos al pie de la Puerta de Alcalá tendríamos la fortuna de verlo por un poco más de tiempo. Finalmente, el Papamovil llegó. Paró justo en frente del lado norte de la Puerta. En la foto se alcanza a ver un cuadro blanco. Ese era el auto papal llegando. Luego, un video.





No se tiene la oportunidad de ver todos los días a una personalidad de semejante reconocimiento. Sin importar lo que pienses de una persona como él, poder tenerlo cerca causa cierto nosequé. ¿Cuándo se iba a bajar? ¿Cómo reconocerlo? Simple, la "mancha roja" o el "punto rojo" moviéndose entre la Puerta (je, es un decir). Mientras, muchos hacían gritos como "Beee-ne-dicto!!" "Esta es la juventud del Papa" o "Viva el Papa". Por mi parte no los gritaba mucho, sobre todo el último. Aún así, ya estaba emocionado. En otro sector de la multitud en nuestro alrededor, una niña de nuestro grupo le decía a otra "Mira por mí". Este gesto conmovió a varios, entre ellos al padre que nos acompaño.

Los 50 jóvenes y el Papa llegaron al otro lado. En ese momento pude tomar la mejor foto con mi cámara.



Medio día esperando un momento que duraría un par de minutos. Valió la pena. Al marcharse el Papamovil hacia Cibeles, mi grupo salió de donde estaba, atravesamos el parque para salir por un lugar con menos gente. Ya todos querían descansar. Encendí el radio para escuchar parte del discurso de recibimiento. La JMJ con el Papa comenzaba. El evangelio leído fue el pasaje de la casa sobre la roca (Mt 7, 24-27). Justo una lectura  muy relacionada con el lema de la JMJ.

Nos marchamos del lugar, la noche caía. Pasamos al lado de la estación de Atocha, mientras iba recordando el drama de los madrileños aquel 11 de marzo en que varias bombas estallaron. No era la primera vez que pasábamos por ahí pero cada vez que cruzábamos cerca de la estación pensaba en lo mismo. La foto es desde el cruce de la calle de Atocha, pero hacia el otro lado


El metro esperaba. Retorno a San Cipriano y al albergue. No recuerdo que cenamos ese día. En fin, hasta mañana!

No hay comentarios.: