Levantada, ducha, Cola-Cao, blablabla... De las variadas opciones que teníamos para el desayuno en los primeros días, ese viernes pasó a ser sólo Cola-Cao, magdalenas y jugo. Muchos preferían dos jugos y las magdalenas. Insisto, ese Cola-Cao me encantaba!
Ah! Y sería la última vez que vería mis gafas. Ya se me quisieron quedar en el Llano colombiano en febrero. Pero yo dije "¡Eso sí que no!". Esta vez se me perdieron de vista. Bueno, por lo menos se quedaron en España. (Eso creo).
Los días fuertes de la JMJ empezaban. No sólo en las temáticas. también en lo físico. Las caminatas y temperaturas que habíamos tenido hasta ahora no eran nada en comparación con lo que tendríamos ese fin de semana. Pero podría sentirme afortunado por disfrutar de ese desafío.
En la mañana estuvimos de nuevo en El Retiro. Mini-visita a la Feria Vocacional a ver si encontraba a alguien conocido. El padre quería que ese rato fuera de reflexión. Por eso nos fuimos a la carpa del Santísimo donde ¡Qué sorpresa! Estaba la Cruz de los Jóvenes otra vez. Al lado, el icono de la Virgen, también regalo de Juan Pablo II a las JMJ. Los menores de edad del grupo aún no la habían visto tan cerca. En esta ocasión la cruz estaba protegida por unos banquitos para que nadie la tocara. Pero varios, inclusive religiosas, no se resistieron a la "tentación"
El rato serviría también para que se confesaran los que quisieran en los cubículos que estaban armados a lo largo del parque. Yo "me fui a confesar" (es decir, me fui a caminar). Quería estar solo un momento y asomarme de nuevo a la Feria Vocacional. Nadie conocido. Ya me acordaba de por lo menos 5 personas que debía buscar. Aún así ni rastro de una.
Inmediatamente pensamos en el Viacrucis. No podíamos cometer el error del martes de dejar pasar el tiempo y perder una buena ubicación, por lo que iniciamos el camino temprano. No sin antes comer algo. Llegamos a un restaurante donde el Menú del Peregrino era un par de bocadillos con nombres extraños que ya ni me acuerdo con la bebida que uno quisiera. Bueno, faltó decir que la vendedora era colombiana! Así que las porciones fueron bastante generosas.
Bueno. ¡A caminar! El recorrido empezó desde la Puerta de Alcalá, el sitio donde estuvimos el día anterior. La foto de rigor...
Por la calle de Alcalá rumbo a la Cibeles
Por fin en la Plaza de Cibeles! Pero ese no sería nuestro punto final. Al padre le gustaba llegar a los puntos iniciales. Es decir, vuelta a la derecha hacia la Plaza de Colón por el Paseo de Recoletos.
A nuestra llegada, las Torres de Colón estaban adornadas para la ocasión. Ese sería el punto inicial del Viacrucis.
La Cruz de los Jóvenes, ya retirada de la carpa del Santísimo en el Retiro, iba a recorrer las 14 estaciones del viacrucis (Más una estación final con la imagen de la Virgen de Regla), repartidas por todo el Paseo de Recoletos hasta la Cibeles. Cada estación estaba representada por esculturas provenientes de toda España: eran los pasos empleados durante la Semana Santa en varias ciudades.
¿Les conté que habíamos montado un baile para la Pre-Jornada? Lo hicimos en Valencia de Don Juan y fue todo un éxito. Pero varios se quedaron con las ganas de otra presentación. ¿Alguien vería a un grupo de muchachos bailando danzas típicas colombianas al lado de las fuentes de Colón? Sí, éramos nosotros :P
Luego del baile y de que un noticiero, creo que era canadiense, nos grabara, decidimos esperar bajo un árbol con sombra suficiente para nosotros. Una seguidora del régimen de Franco estaba sentada ahí, no sé porqué terminó hablando con un compañero del grupo. El caso es que se la terminaron pasando al politólogo, es decir, ¡A mí! Así pasó el tiempo. Finalmente llegó el Papa, directamente a Colón. Impresionante
Desde el árbol se podían ver perfectamente dos pantallas gigantes. Pero no me quise conformar con eso. Quería ver al Papa por segunda vez, y no a través de una pantalla sino con mis propios ojos. Me fui para la fuente, el punto más alto donde teníamos una visión casi perfecta de la plaza.
Observen MUY BIEN esta foto. ¿Se puede ser más de malas cuando intentas tomar una foto con los brazos totalmente estirados hacia arriba? Bueno, lo vi. La foto no da fe de eso, pero ¡Lo vi!
Al llegar Benedicto a Cibeles, la ceremonia comenzó. En cada estación, la cruz era cargada por grupos de jóvenes representativos de varios países con algo en común: una "cruz" a cuestas: persecuciones, desastres naturales, guerras, maltratos, víctimas previamente de la droga, marginación social, desempleo, enfermedades mortales y discapacidades. Cada estación traía un mensaje con alusión hacia la juventud con sufrimientos. La misericordia de Jesús se muestra como el remedio a cada una de las situaciones.
Fue un momento fuerte de reflexión. De guardar silencio. Nadie gritaba. Todos estaban conectados bajo el mismo espíritu. Sencillamente inimaginable. Se sentía la pena del Crucificado con cada situación comentada en el Viacrucis pero a su vez se percibía la paz que sentí al besar la Cruz de los Jóvenes. Los cantos eran entonados con una gran solemnidad. Cada quien le dedicó ese rato a Dios. Y Dios nos dio un buen clima, el calor se apaciguó, la brisa llegó. Esos minutos nos sirvieron para recordar el sacrificio del Padre. Fueron minutos únicos e irrepetibles.
La Cruz llegó a Cibeles, lo que marcaba el final de la ceremonia. El Papa se despidió de los jóvenes mientras el coro entonaba el himno de la JMJ. La misma canción que fue tan criticada por ser tan "espiritual" y tan poco juvenil. Y vean que cuajó perfectamente con el espíritu de la conmemoración que hacíamos.ese viernes.
Nosotros también nos fuimos. Caminamos bastante hasta resultar en Atocha como el día anterior y retornar a la estación de San Cipriano. El hambre me tenía loco. Eran las 11 pasadas y no cenábamos. Al final comimos hamburguesas. Quería comida más saludable, pero estaban ricas. Luego de medianoche el albergue seguía abierto. Nada de perder el tiempo, el día siguiente iba a ser bastante exigente. Así que la acostada fue rápida.
...y las gafas, nunca aparecieron!
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