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viernes, 16 de octubre de 2009

Quebrando la Historia

Este artículo lo escribí para el boletin especial de JUVAM que saldrá la próxima semana con motivo de la IX Acampada Juvenil Amigoniana 2009. Ésta se llevó a cabo hace poco en Sabanagrande (Atlántico) municipio cercano a Barranquilla. Pero yo me adelanto. Disfrútenlo.

No fue fácil para nadie aceptar este reto, por lo menos para los que estaban a mi alrededor, empezando por los frailes, las comunidades e incluso, yo mismo. ¿Qué era una Acampada en la Costa? Despegarnos de lo que habíamos hecho antes: viajes en el interior del país, con una organización relativamente “sencilla” y que no necesitaba de tantos gastos en dinero. Por el contrario, esta acampada nos exigió demasiado, pero el sacrificio valió la pena porque esas experiencias vividas fueron más valiosas que las cosas que tocó hacer para llegar hasta allá.

Muchos decían: “No creemos en esa Acampada”, es muy lejos, la gente no tiene plata para ir a ese evento. Pero cada uno recurrió a lo que tenía. Entonces, ¿Por qué resultaron más de 150 personas congregadas en el Hogar Luís Amigó de Sabanagrande? Por algo sería: porque Dios lo quiso así o también porque somos capaces de hacer lo que nos propongamos. Eso es una señal de fortaleza, con eso podemos saber que a pesar de las carencias económicas o de la logística necesaria, nosotros, como jóvenes, hemos sabido trabajar juntos para alcanzar esta meta. Y nos podemos sentir orgullosos de ello. ¿Que cosa es más especial que ver a un Juvam unido en un lugar del país, donde se puede ver a representaciones de comunidades de todo el país hablando en el mismo lenguaje? Creo que nada. O quizás sí, ser parte de esa experiencia, experimentarlo de alma y corazón.

Por eso, algo importante en la Acampada fue la gente que asistió: aunque no pudiesen asistir representaciones de todas las comunidades Amigonianas de Colombia, los que fueron se hicieron sentir. Será difícil olvidar el ánimo inextinguible de los antioqueños, la constancia de los vallunos, la alegría santandereana a pesar del tamaño de la delegación, y la fuerza de los que veníamos del centro del país. Y es imposible olvidarse de los anfitriones: nunca la presencia de amigonianos de la Costa había sido tan grande y gracias a estas personas, el ambiente no pudo ser más cálido. Igual que el clima que nos acogió durante esos tres días.

Y a este viaje no le podía faltar su carácter emotivo. Para muchos fue “su primera vez” en el mar. En cualquier parte se puede encontrar una piscina, incluso en el frío de Bogotá pero en un país como el nuestro, el mar es un privilegio de pocos. Y estando en una acampada tan cerca del mar, sería una verdadera desilusión no contemplarlo y disfrutarlo para los que no lo conocían. La euforia por llegar a la playa era para muchos incontenible, y cuando lo hicieron, ¿quién los sacaba de allí? Había que disfrutar del momento hasta que alcanzaran el tiempo, las fuerzas, y la emoción.

¿Qué fue especial en esta Acampada? Todo, de principio a fin, desde la partida en nuestros lugares de origen hasta retornar al mismo sitio, las experiencias, y las personas. Amigonianos: lo hicimos. Todo fue un éxito. Definitivamente, quebramos la historia. Y tenemos la oportunidad de seguirlo haciendo, si nos lo proponemos, y con este encuentro nos dimos cuenta que se puede.

martes, 13 de octubre de 2009

Jamás Rendirse

Lo dije primero en Twitter: Se perdió la sede para Villavicencio para la X Acampada Juvenil Amigoniana del 2010.

Pero, ¿Realmente se perdió? Aquellos lasallistas con los que me he relacionado y los amigonianos que han seguido mis propuestas pueden muy bien saber que no.

Lo que cayó derrotada en el segundo lugar fue simplemente una sede: un lugar caracterizado por el calor pero también por la belleza del llano, vencido por las también hermosas montañas boyacenses. Eso fue lo que se perdió pero aquí en este punto apelo a lo que dije allá en Sabanagrande al hacer la defensa final de Villavicenc'10

"Yo no estoy proponiendo sólamente una sede, sino una nueva forma de hacer acampadas"

Lo que estaba proponiendo era superar las barreras del carisma amigoniano, acudir a otras comunidades religiosas para que tanto Terciarios como Terciarias pudiesen hacer alianzas, conocer nuevos lugares, y sobre todo, que los jóvenes tuviesen la oportunidad de interactuar con personas de otro movimiento juvenil católico para darse cuenta que somos parte de lo mismo.

El punto es: separados podemos desarrollarnos pero podemos llegar a un punto donde no podamos más: asociados con otros podemos impulsar una nueva fuerza que pueda hacer todo lo que se proponga. Al fin y al cabo, nos llamamos movimientos.

Y lo reconozco, para ello no era indispensable hacer una Acampada en Villavicencio. Era el lugar que hubiese favorecido más ese pequeño experimento. Pero no el único.