20 de agosto
La mañana sería igual a las demás que pasamos en el albergue. Pero sería la última que pasaríamos ahí. Por eso cabría añadir a la rutina de siempre el alistar nuestras maletas.
El gran día del encuentro en el Aeródromo de Cuatro Vientos había llegado. Pero teníamos una duda ¿Llegar temprano y aguantar sol pero guardar buen puesto? o ¿Hacer algo en la mañana, llegar tarde sin aguantar tanto sol pero tener una mala ubicación? Nos fuimos por la segunda. No íbamos a tener más tiempo para ver más cosas de Madrid que esa mañana. Además, no conocíamos la Catedral de la ciudad (Bueno, la mayoría del grupo porque los que habíamos ido a cine el miércoles ya la habíamos visto, por fuera). Pensando que la mayoría se iría directo a Cuatro Vientos nos fuimos hacia el centro de la ciudad como de costumbre.
Al llegar al Palacio Real, contiguo a la Catedral de la Almudena, todo se veía tranquilo
.
Pero al llegar a la Catedral empezamos a ver una buena cantidad de personas. Luego unas cercas. Después, bastantes policías y voluntarios. Y luego un tapete rojo. Mis sospechas se confirmaron cuando vi una pantalla gigante. Efectivamente, el Papa estaba en la Catedral.
No habíamos caído en cuenta de revisar la guía de la JMJ donde aparecía que habría una misa con seminaristas y religiosos en la Almudena el 20 a las 10 AM. Seguramente si alguien la hubiera visto y advertido ese detalle, no hubiéramos estado ahí pues la misa aparecía como evento "de acceso restringido". En fin, lo que hicimos fue acomodarnos en una colina al frente de la plaza que daba a la Catedral.
Esta vez no tuvimos que esperar tanto para ver salir a Benedicto XVI. (Bueno, después de acabada la misa pasó más de media hora para que saliera).
El almuerzo fue cerca. Ahí se nos fue el último bono de comidas de la libreta que iba con nuestro morral del peregrino. Eso fue carca a la Ópera de Madrid, donde tomamos el metro. La organización de la JMJ había sugerido un recorrido para llegar a Cuatro Vientos. Pero en el grupo no habían ganas para caminar. El problema es que cientos de miles de personas se fueron también en metro. Fue como estar en Bogotá en hora pico!
Nos bajamos unos 2 km antes del aeródromo. Por seguridad, la estación "Cuatro Vientos" estaba cerrada. Iniciamos una larga caminata hasta la entrada que nos correspondía. Habían accesos distintos según la letra que estuviera en nuestra escarapela. En nuestro caso, decía E1. (Lo cual se me hizo bastante lejos siento que, supuestamente, la delegación de Bogotá había sido una de las primeras en preinscribirse para la JMJ). Lamentablemente la caminata no acababa al entrar; debíamos atravesar todo el terreno pues la puerta de ingreso estaba ubicada junto a la zona E8. Nos detuvimos para recoger nuestras bolsa de Picnic (la comida que nos iba a servir para sábado y domingo).
Al cargar las bolsas se me cayó mi botón Amigoniano de la maleta. (¿Será una señal?). Me devolví a ver si quedó en el suelo pero ya no estaba. Para prevenir me quité mi botón Lasallista y lo guardé. Con esa rabia, llegamos a la zona que nos tocaba. que era prácticamente la "E0". No había pantalla gigante cerca, ni sonido, ni vallas delimitando el sector. Pero había mucho espacio. (Y hormigas). Nos hicimos al lado de un grupo de alemanes (Esto es importante para la crónica del domingo).
Era el momento para intercambiar las cosas que llevábamos. Yo todavía tenía muchas manillas de Colombia. Una niña del grupo me pidió que fuera con ella para servirle de traductor. Lo hubiera hecho. Pero quería emprender mi propio camino. Lejos. Si me iba con alguien no podría caminar todo lo que yo quisiera. Así que decidí escaparme, sin que nadie se diera cuenta. Me fui a caminar por todo Cuatro Vientos, yendo prácticamente hasta la entrada por la fila de las F y retornando por la fila de las D. Quería cambiar manillas, perder pena con la gente pero sobre todo estaba pendiente de ver si habían colombianos cerca. Me importaba más ver conocidos: Jenny, Marisol, Paula, Alexandra, los frailes... Pero no logré encontrar a ninguno. En el camino tomé varias fotos, aquí les dejo unas:
Por primera vez logré ver lasallistas en la JMJ. Vi a varias niñas con camisetas de "La Salle" de un encuentro que, tengo entendido, duró un día. Uno de los surcoreanos con los que hablé el martes creo que me dio a entender que estudió con los Hermanos de La Salle pero no estoy totalmente seguro. A diferencia de los amigonianos que vi en el Taco Bell, a las lasallistas de Cuatro Vientos no les hablé. Seguramente porque no buscaba a nadie en particular. Yo soy así!
Mientras me devolvía mostraban en las imágenes cómo el Papa visitaba varios hogares antes de la Vigilia en Cuatro Vientos. Cuando llegó, siendo recibido por los príncipes Felipe y Letizia, yo todavía no había regresado al lugar de campamento.
Había hecho mucho sol en el día. Pero al oscurecer se observaba que una gran nube gris se posaba sobre nosotros. Pequeñas gotas empezaron a caer recién llegué a donde estaba el resto del grupo. Ni se dieron cuenta que estuve casi dos horas por fuera (Al menos eso creo). Como no se escuchaba nada de la tarima desde donde estábamos, saqué mi radio como de costumbre para escuchar la transmisión. Varias niñas se agruparon alrededor del radio, poniendo sombrillas encima de nosotros porque las gotas se iban haciendo más intensas. Pero yo quería ver algo de lo que ocurría en la tarima. Me fui de nuevo, esta vez, a una pantalla gigante. Mientras me iba acercando, el viento se hacía más fuerte. Y empezaron a verse relámpagos en el cielo. Todo esto antes de que empezara la homilía del Papa.
La lluvia se fortaleció. El Papa debió interrumpir su discurso. La transmisión de las pantallas se cortó. Debí devolverme al sitio del campamento acompañado de mi sombrilla y contra el viento. Pasaba por el lado de una carpa-capilla cuando veía que ésta se caía sobre sí misma. Al parecer, había gente adentro resguardándose de la lluvia.
De vuelta en la "E0", grabé esto:
En algún momento, con lo de la carpa y la interrupción de la vigilia, pensé en muchas cosas. ¿Lo peor? ¿Qué podía pasarnos en un campo abierto? Pero yo me dije "Somos fuertes. Podemos soportar esto y más". Al rato, la lluvia cesó y se pudo continuar la vigilia. Benedicto no pudo dar su discurso completo, debió saludar en varios idiomas y seguir el rito. La Custodia de Arfe de Toledo estaba lista para mostrarse ante los peregrinos. Dado que el clima mejoró, volví a la pantalla.
Venía un gran espacio de adoración. Todos quedamos más unidos gracias a la tormenta. Así estábamos dispuestos a vivir la experiencia ante el Santisimo. Había que dar gracias, por tener la oportunidad de llegar a tierras lejanas, de vivir la JMJ, de soportar la lluvia de minutos antes, de tener un espacio sólo para hablar con Él. Al igual que el viacrucis, fue un momento único.
Venía la despedida. Aún más emotiva. Benedicto mostraría ese lado que no le conocíamos ante los jóvenes. A pesar de su timidez. A pesar de su falta de carisma, mostraría que estaba conectado al sentimiento de los jóvenes. Ese lado que muchos no le quieren ver y que ahí en la JMJ le conocimos. Así se notó en sus palabras finales de la noche.
Fuegos pirotécnicos para acabar.
Regresé a la "E0". El padre de nuestro grupo nos sugirió hacer oración de a pequeños grupos, uno por hora, desde la media noche hasta las 6AM. Estuve en el primero, dando gracias de nuevo por la JMJ y pensando en la gente que me esperaba en Colombia: mi familia, mis amigos y conocidos. A todos, no olvidé a nadie. Incluso a quienes se fueron. Yo creo que mi padre estaba ahí. A mi lado.
¡Gracias muchachos!, con su fuerza pude mantenerme firme en el viaje. Dios está ahí, en esas pequeñas cosas. Y eso no lo olvidé en ese pequeño rato.
La 1 AM del 21. Tomé una gaseosa. Luego me metí en mi sleeping. Caí rendido. Si esa noche cayó gota alguna de agua, no la sentí.
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