Si bien es cierto que es la cuarta acampada amigoniana a la que asistí, no la esperé con tantas ansias como las anteriores. Sin embargo, tuvo su "algo" que la hizo interesante
Me dormí, y me levanté a las 4 AM del día siguiente. Me hacía falta lo más importante: ¡La maleta! Casi que no salgo por eso pero menos mal la conseguí. Llevé aparte de eso una colchoneta y mi mochila de animador lasallista que me dieron en la Escanim 2007. Cuando llegué al sitio del bus me di cuenta que había olvidado ¡El par de zapatos que había empacado al lado de la cama! Ni modo, me tocaba "sobrevivir" tres días con los que llevaba puestos...
Los climas que tuvimos durante la acampada fueron diversos. Al llegar nos recibió una lluvia bastante fuerte que incluso no le permitió al bus donde íbamos subir hasta la finca donde estaríamos esos días. Así que nos tocó ¡A pie! y después de eso, sólo nos mojamos "un poquitico". Como causa de la lavada y de que ya se iba haciendo de noche, la armada de las carpas tuvo que esperar al día siguiente y pues... ¿Donde dormimos? pues en una casa en obra negra. (¡juemadre, que frío tan berraco!)
Esa noche me darían una pequeña lección de humildad, justo alguien del que nunca me hubiera imaginado algo así (me reservo los detalles, luego de la organización de los grupos y antes de evaluar los detalles del primer día. En aquella reunión surgió la pregunta hacia mí: si tu estás estudiando ¿por qué viniste? Respondí "Yo quería hacerlo porque sentía que era necesario. Además tenía que darle más tiempo a Dios".
Segundo día, segunda lección. ¡Por Dios! ¿Es que acaso no podía dejar de cometer el error de ser tan acelerado? Por eso, como decimos aquí en manera despectiva, "me gané" a mi grupo, al que yo lideraba y pareciese que hubiera olvidado la lección de humildad de la noche anterior. Definitivamente durante el día me di cuenta que cualquiera que sea la situación se debe tener más confianza con las personas que están al lado, y sobre todo escucharlas. Particularmente sucedió con un ejercicio donde alguien tenía los ojos vendados y se dejaba caer. El resto del grupo estaba alrededor en forma de círculo atento para cogerlo y empujarlo hacia el otro lado. Ahí nos desahogamos todos un poquito, al menos para mejorar nuestra unión en la otra mitad de acampada.
Antes de entrar a la oscuridad decidí entrar en un estado de reflexión absoluta. Mientras caminábamos hacia un sendero escondido de la montaña rezando el rosario, no hablé y preferí hacer las oraciones mentalmente. Fue como un "Dios, ¿qué he hecho? ¿En un año cambié tanto?" La meditación me llenó de valor para tomar algunas decisiones en ese momento y en el futuro.
Esa noche (con carpas ya armadas) fue de locura total, muy animada. Fue el espacio para que todos cantaran, gritaran, saltaran, sacaran al aire el orgullo de sus regiones (¡Distrito Capital!, jejejejeje). Luego, una gran fogata nos calentaría a todos haciendo de la noche más placentera y manteniéndonos más concentrados haciéndole honor al Altísimo mientras seguíamos contentos al ritmo de la música.
Debía reflexionar sobre mucho que viví en ese día y medio y por eso decidí hacer vigilancia durante la madrugada siguiente (con el beneficio de dormir más en la mañana, :-D) La fogata seguía encendida. La noche era silenciosa y tranquila mientras la mayoría de los jóvenes estaba satisfaciendo sus necesidades de sueño en las carpas. Con algunos más, caminamos entre las carpas para revisar que no ocurriese nada malo pero dentro de mí sentía que yo buscaba respuestas a mi ¿Qué me pasa? Ya más tranquilo por el frio que causaba la brisa llegó la hora del cambio de turno. Fue tan rápido que no me lo imaginaba. Igual tendría unas horas más aislado de la acampada para seguir pensando...
Tercer día, tercera lección. Parte de la confianza consiste en ser sincero y no me podía marchar de esa finca sin serlo con algunas personas. Lo hice en su momento pero antes era hora de observar ¡los Premios Papaya! (Vaya cosa, ya era tiempo de que le pusieran un nombre más original a esos premios). Nuestra querida Jenny (la ministra de justicia que si le tocó seguir derecho toda la noche) se llevó más premios. Y no podían faltar las distinciones al Padre Sandro, las hermanas Terciarias, y algunos de los anfitriones. Ah, y el Show Central con los "Gilberto Santa Rosa y Vico-C" criollos de la Acampada.
Finalmente, la hora de la verdad. La decisión sobre la IX Acampada entre Valle y la Costa (ahora sí en serio. Ahhh, no hice lobby por Villavo pero la próxima vez será y de hecho le metí la idea en la cabeza a algunos cuantos). Por una pequeña frase con autoría original del encargado de la Pastoral juvenil en Bogotá, Fray Juan Manuel Díaz ("Todas las acampadad han sido en montaña, que rico sería tener una con playa y arena"), la elección se la llevaría la Costa por segundo año consecutivo (Ahhh, ¡qué tal!). Luego, como diría el Hermano Sergio (FSC)"Bueeeeeeno, muy rico pero ya es hora de..." ¡Pa´fuera!
Algunos asuntos finales. 1. Por fin pude ver Manizales sin neblina y ver más o menos a la catedral del fútbol colombiano, digo, estadio Palogrande. 2. Nuestra querida Jenny se enfermó en el bus por no dormir y comer (Menos mal se recuperó, mis bendiciones para ella). 3. "De muy buena manera", el conductor del bus no me dejó bajar cerca a mi casita y me tocó esperar hasta que parara ¡100 cuadras más al norte!. Ahh, y era casi la 1 AM. Bueno, eso sólo es una anécdota.
Por último me quedan en la mente las mismas palabras: Humildad, confianza, sinceridad. Humildad, confianza, sinceridad. Humild...
1 comentario:
¿Por qué nadie me escribe? Tantos me comentan del blog sin haberselos mencionado y ni se esmeran en dejar un pequeño comentario... mmmmm... :(
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